

Jose Luis Gómez habla de esta pieza como "política aunque no hable de política porque había que callar. La obra habla de un tiempo en el que el silencio cayó sobre España, de hecho en Alemania se tradujo como Silencio sobre Madrid y así pensamos titular el montaje". Para Sánchez, que siempre ha querido dirigir en España, confiesa que ha tenido "mucha ilusión y vértigo" por el proyecto. "Hace años que quería dirigir en España, pero me ponía nervioso hacerlo con un tema tan complejo". Con el texto de Martín-Santos le volvieron todas aquellas historias que sus abuelos le contaban: "las visitas al campo santo, lavar la ropa en el río... Todo surgió delante de mí otra vez y me fascinó".
La historia parte a finales de los años cuarenta en el laboratorio de don Pedro, un investigador que experimenta con ratas para encontrar un tratamiento contra el cáncer, buscando su aspecto hereditario. La falta de ratas en el laboratorio (debido a la falta de presupuesto) le lleva a buscar nuevos ejemplares en los barrios más pobres de Madrid, así es conducido por su ayudante Amador hasta los barrios chabolistas de la periferia, en donde "El Muecas" (un pariente de Amador) le venderá los que necesite para continuar con su investigación.
Este contratiempo lleva a don Pedro a conocer la marginación, la soledad, la disfunción de las familias, la impotencia, el odio, las malas artes ante una vida miserable, el obligado silencio de la vida más allá de la ciudad, la miseria extrema que se vive fuera de la vida urbana, y más en el momento histórico en el que transcurre la obra. Nos muestra una sociedad acorralada en su propia agonía y miseria, en la que el individuo no es capaz de sobrevivir por si mismo. El protagonista se ve engullido por un grupo de personajes de todo tipo de pelaje, que lo único que quieren es poder tirar hacia adelante, da igual lo que tengan que hacer para ello.
Pese a que la historia transcurre en la década de los cuarenta del siglo pasado, existen ciertos elementos que prevalecen en nuestra sociedad después de medio siglo, lo que hace que sea una historia universal, que mantiene su vigencia a lo largo de los años. La visión caricaturesca que nos muestra está muy cercano a ciertos estereotipos de nuestra sociedad actual. En esta versión teatral se hace más hincapié en temas más universales, como el rol de la mujer, la violencia de género, la precaridad de la ciencia o la desesperanza de una generación que no ve nada claro su futuro.
Para esta impactante obra, cargada de fuerza e intensidad, Sánchez cuenta con un elenco brillante, en el que los siete actores son a la vez narradores y personajes, que van entrando y saliendo de la historia, en un apabullante juego dramatúrgico, en el que todo funciona a la perfección. Un elenco que interpreta diferentes personajes, conducen la historia y la llenan de marginalidad y sordidez. Cuatro actores y tres actrices se desdoblan para hacer de la obra un montaje dinámico, en el que todos los actores mantienen un alto nivel.
Sergio Adillo, Lola Casamayor, Julio Cortázar, Roberto Mori, Lidia Otón, Fernando Soto y Carmen Valverde son los encargados de trasladarnos a los sórdidos años cuarenta, a un Madrid lleno de miseria y en el que los suburbios eran el fiel reflejo de la decadencia de un país en ruinas. La obra, en su continuo vaivén entre la narración y la escena, nos marca un ritmo trepidante en el que todo se solapa, uniendo inteligentemente cada uno de los elementos de la obra.
Sergio Adillo está brillante en su papel de don Pedro, un personaje que va creciendo a lo largo de la obra. Tímido en los primeros compases, va creciendo al ritmo de la obra, para acabar destruido por el horror del mundo que le rodea. Roberto Mori es Amador, su fiel escudero (aunque siempre se deje seducir por el mejor postor). Tanto Fernando Soto como Julio Cortázar interpretan de manera inteligente varios papeles, desde "el Muecas" al policía, siempre sabiendo dotar a cada uno de personalidad y presencia.
Las tres actrices que conforman el elenco nos hacen vibrar con cada una de sus interpretaciones. Lola Casamayor con su sola presencia llena la escena, y cada una de sus intervenciones son oro puro, dejando momentos memorables. Pero no le van a la zaga las impresionantes interpretaciones de Lidia Otón y de Carmen Valverde, esta última con varios de los momentos más intensos de la obra.
Esta impactante versión ha corrido a cargo de Eberhard Petschinka (colaborador habitual de Rafael Sánchez) que ha creado el libreto a partir de su versión alemana. El montaje cuenta con la escenografía y vestuario de Ikerne Giménez, las luces de Carlos Marquirie y el espacio sonoro de Nilo Gallego. Marcado por un impactante telón que hace las veces de muro medianero y de pantalla para proyecciones, a lo largo de la obra va mutando en pensión, laboratorio, verbena, prostíbulo o pueblo chabolista.
Teatro: Teatro Abadía
Dirección: Calle Fernández de los Ríos 42
Fechas: Martes a Sábados a las 19:30 y Domingos 18:30.
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