Cuando
escuchamos por primera vez el título de esta obra, “La Habitación”, el
subconsciente nos dice que ese título esconde algo terrorífico, un par de
palabras que pueden tener detrás toda una macabra sucesión de hechos. Si
después, al leer la sinopsis, descubrimos que la obra está basada en el
maravilloso mundo literario del gran Edgar Allan Poe, las sospechas se
confirman y, como no puede ser de otra manera, un ambiente lúgubre se abre ante
las miradas de los espectadores cuando la sala La Usina nos abre sus puertas
para presentarnos esta inquietante historia.
Ya sentados en el patio de butacas al empezar
la obra una amenazante tormenta nos acompaña a lo largo de los,
aproximadamente, 70 minutos de tensión continuada a la que nos arrastra la historia
de las hermanas Bierce. La iluminación principal, a cargo de velas y
candelabros colocados estratégicamente junto a la potenciación hacia
determinados lugares de los focos y la música de ambiente liderados por esa
tormenta ya indicada, hacen que, en más de una ocasión, giremos la cabeza,
inquietos y acechados por esta oscuridad que recrea el ambiente gótico idóneo
para mantener al público constantemente enganchado y sin perder detalle de lo
que nos cuentan sus personajes.
Joselin
Bierce (Mariel Peralta) invita a Edgar Stevenson (Jorge Bódalo) a su
casa en la que vive con su hermana Emma (Jennifer Baldoria) y con su madre,
enferma y a las puertas de la muerte, la cual descansa en la habitación de la
parte superior del domicilio. Stevenson es un eminente doctor que, en su afán
por descubrir los límites de la mente humana y de la vida, ha realizado
tratamientos y experimentos de los que no se haya muy orgulloso, especialmente
el llevado a cabo en el caso del señor Valdemar (personaje y novela de Poe), en
el que, debido a unos extraños sucesos presenciados por el propio doctor en la
frontera entre la vida y la muerte de su paciente, éste se ha jurado a sí mismo
que nunca más se enfrentará a semejantes ensayos, pues rozan lo antinatural, lo
sobre humano y, por qué no decirlo, lo macabro hasta el punto de permanecer en
la retina impidiéndole a uno conciliar el sueño.
La mayor de las Bierce, agobiada en su vida
por el cuidado de su madre y a la vez de su hermana, ruega al doctor que lleve
a cabo un tratamiento con su anciana madre, pues necesita imperiosamente
conocer ciertos secretos antes de que ésta muera, pero el doctor se niega en
rotundo a replicar lo ocurrido en casa de Valdemar. En ese momento aparece en
escena la hermana pequeña, Emma, que a pesar de estar inmovilizada de cuello
hacia abajo y de moverse gracias a una silla de ruedas, mantiene una actitud
positiva, con una sonrisa siempre en los labios en un intento de convencer al
doctor de ejecutar los planes ideados por ambas para con su madre, sin embargo
no es fácil convencer a un médico que parece más preocupado por ayudar a la
propia Emma que a la enferma del piso de arriba. La historia da un giro
inesperado antes del desenlace que sorprende al espectador y hace enmudecer a
los asistentes en algunos momentos de increíble tensión y miedo, miedo del que
eriza los pelos, un miedo al que ayuda el juego de luces y la música. Y es que,
en el caserón de las Bierce, nadie es lo que parece ser.
El director y creador de esta singular historia es Francisco de los Ríos, quien la basa en el universo de Poe, con continuos
guiños a obra del genial escritor norteamericano. Si uno conoce los cuentos de
terror góticos de Poe, que se cuenta que están basados en sus propias
pesadillas de joven y donde la necrofilia, o necrofobia del dramaturgo están
siempre presentes, como también lo está su impaciencia por enfrentarse a lo
desconocido y el tratamiento de temas recurrentes como la muerte, el entierro
prematuro o la reanimación de cadáveres, vislumbra en La Habitación referencias
a sus trabajos, como El corazón delator, La verdad sobre el caso del señor
Valdemar o incluso de su famoso poema El cuervo.
Francisco de los Ríos es un habitual en
proyectos en La Usina. Es fundador de la compañía Teatro del Sótano, que es la
que se encarga del montaje de La habitación, y también lo es de Didascalia
Teatro y Títeres, género en el que posee una amplia experiencia, tanto en el
montaje de obras como en la actuación. En la actualidad podemos disfrutar de
otros dos proyectos creados y dirigidos por él en la propia sala La Usina: La
balada del hombre pájaro y el infantil El monstruo que comía pesadillas, donde
desarrolla su experiencia en títeres.
En La habitación es suya la dirección, la
cual lleva a cabo con maestría, pues cuenta también con la ventaja de dirigir a
ciertos actores con los que ya ha llevado a cabo un sinfín de proyectos y a los
que sabe sacar lo mejor. Suyo es el montaje de luces y musical, y suyo es un
texto que tiene continuos cambios en sus personajes, que aborda temas poeanos de
manera muy correcta en lo que se descubre que conoce bien la obra del de Boston.
Mariel Peralta da vida a la mayor de las
hermanas. La sobriedad y rigidez con la que la artista se enfrenta al personaje
en la primera parte de la obra parece ofrecer sólo una cara de la actriz, sin
embargo ésta sorprende a todos con el giro inesperado de los sucesos ocurridos
en la casa al final de la obra y permite ver a una Mariel con unos matices muy
distintos con respecto a la interpretación inicial.
Lo mismo ocurre con Jennifer Baldoria, que se
mete en la piel de la pequeña de las Bierce, Emma. Ésta, debido a un accidente
que le ocurrió de pequeña, permanece inmóvil de cuello hacia abajo y Jennifer
controla la inmovilidad del cuerpo durante gran parte de la historia en un
loable trabajo que contrapone con una expresividad del rostro importante,
mostrando a una Emma como una persona positiva y feliz, a pesar de su
discapacidad física. Como le ocurre a Mariel, Jennifer también nos muestra a
una actriz camaleónica cuando la sucesión de los hechos comienza a repuntar
hacia el final.
El doctor Edgar Stevenson es interpretado por
Jorge Bódalo. Jorge, en el papel del doctor, sabe transmitir esa inseguridad,
que comparte con el público, de encontrarse en un lugar en el que no se siente
cómodo, ante unas anfitrionas que, de seguro, sabe que traman algo en un
ambiente lúgubre y tenso. Al comienzo de la obra cuenta la historia de su
anterior paciente, el señor Valdemar, con un realismo que hace salir de él esos
miedos de los que habla el personaje y es capaz de alternar las reacciones con
las dos hermanas, de carácter totalmente opuesto, de manera muy notable.
Estos dos últimos actores también forman
parte del elenco de La balada del hombre pájaro, obra de de la que ya he hablado antes y que comparte cartel con La
Habitación en La Usina.
Uno no está acostumbrado a ver teatro de
misterio, intriga y terror, pues no es de los géneros más extendidos en este
arte, sin embargo, contemplar este tipo de trabajo, que mantiene siempre la
tensión, la incertidumbre de no saber lo que puede ocurrir en cualquier momento
y el suspense, y hacerlo en una sala de formato pequeño, como es La Usina,
donde casi se puede sentir en el rostro el aliento del actor, hace que ese
nerviosismo y rigidez del cuerpo sea aún mayor, pues el subconsciente nos hace
pensar que el peligro acecha desde lo cercano.
La habitación, una obra con un texto que sorprendería
al propio Poe, es una actividad muy recomendable para un domingo por la tarde,
a última hora, cuando ya casi la mente nos hace volver a la realidad de un
nuevo lunes. Y es que, después de la tormenta, y nunca mejor dicho, siempre
llega la calma, y es así como se le queda a uno el cuerpo cuando sale de La
Usina después de haber contemplado esta original propuesta teatral.
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Teatro: La Usina
Dirección: Palos de la Frontera 4
Fechas: Domingos 22 y 29 de abril, 20:30
1 comentario:
el día 17 de febrero después de mucho buscar me decidi por ir a ver esta obra y la verdad que fue un acierto.propuesta original,de terror,bien hecha y bien interpretada,con una puesta en escena sin fisuras
un placer sentir el teatro tan cerca..
Por poner un pero,muy corta..me quedé con ganas de un poco más.
No sé la pierdan
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