El
furor de mi pensamiento.
Furor. Pensamiento. Yo. Malditos escritos
biográficos. A menudo son la salida fácil a una vida sin sentido. Este, no.
No sé
elegir entre el exceso y la nada
Los
compromisos no son de mi competencia
No sé
renunciar a nada
Ni
siquiera a lo que es más deplorable
Porque
todo debe fracasar
Y será
necesario que eso ocurra incluso si debe destruirlo todo
Así que
más vale morir de repente
Ya que de
eso se trata
Vivir lo
imposible
O morir…
Y cuando
lo imposible se ha reconocido por lo que es
Ya no
queda nada por delante más
Que un
recorrido de desencuentros
La vida
completamente desnuda
Y sin
sorpresas.
Antonin Sorel firma una escenografía
asfixiante. Seis actrices nos reciben aplastadas contra el cristal de habitaciones-colmena.
Son cubículos verticales de iluminación alternativa los que dirigen nuestra
mirada. Y son las voces de las mujeres las que emularán a Virgilio en este
viaje donde no hay Beatrice posible.
El cuerpo, la identidad buscada desde
la mirada del otro, la visión del hombre de una definición imposible, el desasosiego, el dolor, el sexo, su significado, su ausencia. Las
cuestiones que asaltan al público encuentran en su presentación un canal portentoso
de comunicación. Piernas, pechos, brazos, nucas; carne que cuenta aquello que
la garganta omite.
El tiempo pasa y la belleza
desaparece, la contundencia de unas caderas es lo que define como Mujer (nunca más
como joven), y ese es el punto y final de su presencia. La invisibilidad de lo
que nunca estuvo allí, enfrenta a un espejo inabarcable. Allí, sólo queda el
fracaso como alternativa. Un fracaso de cuello partido.
Nelly Arcan se suicidó. Saberlo hace
más terrible la identificación con sus palabras, pero es necesario para
contener el mensaje en las octavas adecuadas. Finalista del Médicis y del
Femina, estudia literatura autofinanciándose como puta de lujo. Puta,
los eufemismos no casan con la obra que se ve en el Español.
Y digo
puta de nuevo, imaginen la palabra en la recámara de su existencia. La
empatía no nos llega para tanta realidad, y sin embargo la estructura narrativa
de Brassard nos hace ser una con ella. El Da capo actoral se mezcla con el coro
en una pieza meticulosa. La palabra baila en la música de MasSween del mismo
modo en que la bailarina se desliza entre las caras que intentan hacerse
escuchar.
La pieza que ha estado este fin de
semana en Madrid es una obra de arte. La iluminación de Mikko Hynnien soporta
la cadencia argumental de una interpretación soberbia. El salón, el dormitorio,
la sala de estar, el baño, la galería, la mazmorra, y el vacío. La silla desde
la que planea un final asexuado preside el espacio. La muerte que nos narra la tienta con segundos carentes
de género en una inmensidad de insignificancia.Todo para que tímidamente oteemos el infierno.
Mujeres en escena, mujer tras el
texto, mujer en la dirección, voz de mujer repleta de potencia. Lejos de
ñoñerías y sentimentalismos, esta ha sido una oportunidad maravillosa. Porque
hoy, cuando el género se diluye, las mujeres parecemos libres en una sexualidad
culpabilizadora que enfrenta libertad y soledad sin bastones, y si el eje se
transforma en vórtice, el neoliberalismo sexual nos engulle. Por eso, el
intento de Arcan de ser escuchada a través de las paredes de su celda de
cristal, no es biografía barata. Su belleza y su inteligencia suponen una hostia
a los cimientos de la intelectualidad. No he leído su obra, pero tengo claro
que no será del agrado de Bloom. Lo que sí he visto por primera vez ha sido este
trabajo de Marie. Repetiré.
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La fureur de ce que je pense
Teatro: Teatro Español
Dirección: C/ Príncipe, 25
Fechas: del 13 al 15 de abril de 2018
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