La compañía gallega maquinario teatro, dirigida por Tito Asorey, nos presenta este texto de Marius Von Mayemburg que por primera vez se representa en Madrid, después de haber sido estrenada en castellano en la ciudad vasca de Leioa. Cuatro personajes que coinciden con los actores para enfatizar que el texto habla de la vida real, sufren diversas mutaciones a lo largo de la obra para transportarnos en un ritmo vertiginoso, por muchos de los problemas que nos atizan en nuestro día a día. El teatro se adentra en las entrañas del teatro para mostrarnos la cruda realidad.
Fernando y Laura llegan a su casa después de vacaciones para ver extraños cambios en ella. La situación se hace mucho más extraña cuando Fran y Melania, los amigos que les estaban cuidando la casa, les invitan a irse porque es tarde y quieren dormir...
Desde este potente inicio se suceden una serie de escenas a cada cual más surrealista, en la que los personajes se van transformando en personajes cada vez más peculiares y extremos. De niño y au-pair, a monjas, exhibicionistas, psicópatas, parejas frustradas...Los personajes aparecen sin que no le de mucho tiempo al espectador a dilucidar donde acaba una para empezar la siguiente.
Las escenas, pequeñas obras de pura comedia, se plantan sin ningún tipo de hilo conductor, con el único elemento común de los nombres de los personajes que aparecen en ellas. El ritmo crece en cada una de ellas y se desborda en la escena de la fiesta de disfraces, mezcla de comedia surrealista(que podía firmar el mismísimo José Luis Cuerda), cine de los hermanos Marx (con más amplitud en el camarote), momentos musicales muy divertidos y un final de escena tan escabroso en su temática (aunque sea triste decirlo) como hilarante y tenso en la forma en la que se desarrolla. Tras esta explosión de sensaciones la obra no pierde intensidad, y las escenas finales siguen desencajando al espectador por excepcionales.
La obra transcurre en un juego de intercambio de roles de los cuatro actores-personajes, en los que pasan del júbilo al llanto, de la euforia a la depresión, de la pelea al amor. Estos personajes van mutando para adaptarse a una realidad en constante cambio. El teatro planteado como una metáfora de nuestra realidad actual, en la que nada es lo que parece, todo tiene un doble significado, y nosotros tenemos que adaptarnos como podemos a unas circunstancias que cambian más rápido que nosotros.
El texto se plantea, desde un punto de vista satírico pero muy directo, temas de rabiosa actualidad pero planteados de tal manera que no se convierte en una obra reivindicativa ni polémica, sino que habla de ello con la mayor naturalidad, planteando las situaciones desde una crudeza muy natural que nos deja sólo la esencia, pero tratada con mucho humor.
La búsqueda de la identidad propia, el resurgir del fascismo en la actualidad, las relaciones de pareja (eje principal de la obra, en todas sus opciones), la existencia (o no) de un ser superior, la explotación de los inmigrantes, las relaciones de los padres con los hijos en una época en la que la pareja trabaja... en definitiva un collage de temas tratados con mucha inteligencia y sin querer sentar cátedra.
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